Los orígenes históricos de Alcanar se encuentran en el poblado ibérico ilercavón de la “Moleta de Remei” (siglos VII-II a. de J.C.), la población del cual bajó posteriormente a una parte más llana en época romana: la prueba es que, al lado del actual casco urbano de Alcanar, se han descubierto los restos de una villa, además de una serie de indicios más.
El léxico, la toponimia, la indumentaria y las técnicas más tradicionales del campesinado canareva conservan abundantes reminiscencias de los cinco siglos de presencia islámica: desde principios de la octava centuria hasta el año 1148 (en que Tortosa fue conquistada por el conde catalán Ramón Berenguer IV), el término municipal canarevo albergó un seguido de alquerías (los nombres de las cuales son conocidos gracias a un documento de donación, otorgado por Ramón Berenguer III “el Grande” en verano del año 1097) habitadas tanto por la población aborigen ibero romana como por clanes bereberes, donde la agricultura de regadío experimentó un impulso sin precedentes.
Después de haber sido una insegura e inhóspita “tierra de frontera” en los años a caballo de los azarosos siglos XII y XIII, y de haber fracasado el intento repoblador ensayado mediante la Carta de Población del 28 de febrero de 1239 (otorgada por “Hug de Folcalquer”, maestro de la orden de los caballeros del Hospital de San Juan de Jerusalén), finalmente la donación documentada el 11 de mayo del 1252 resurgió, y Alcanar aconteció un nuevo “lugar” de la pujante confederación catalanoaragonesa.
Durante los siglos siguientes, el núcleo primitivo de Alcanar se amuralló (se conserva la Torre de la Calle Nueva, uno de los lados de la muralla renacentista) y a lo largo de su litoral se levantaron una serie de torres de defensa contra los ataques de los piratas turcos, argelinos, genoveses… Una de las torres costeras de más importancia estratégica, para la defensa de la villa, la torre de Sant Pere (más tarde nombrada “Torre de Sant Felip”) se convertiría en la cuna de un nuevo núcleo dedicado a la pesca y a la navegación de cabotaje: Las Casas de Alcanar.
A pesar de haberse posicionado oficialmente de parte del bando borbónico durante la Guerra de Sucesión (1705-1714), Alcanar no sacó nada de provecho. Un siglo más tarde, la Guerra del Francés supondría, además del trasiego de las operaciones bélicas, una convulsión social considerable, que encontraría su origen en la posición adoptada por los habitantes de la villa durante las sucesivas Guerras Carlinas del siglo XIX
Un par de décadas después de la última guerra civil (1936-1939), con la extensión del regadío y del cultivo de cítricos y de plantel, Alcanar experimentó un fuerte crecimiento económico gracias a haberse abocado a un monocultivo entonces de lo más rentable; el futuro del cual, pero, se está replanteando seriamente hoy.
Fuente: Ayuntamiento de Alcanar