Los musulmanes construyeron una Rábita, una fortaleza árabe situada cerca de la desembocadura del Ebro, y Carles III proyectó una ciudad que tenía que convertir aquel pequeño núcleo de pescadores en uno de los puertos más grandes del mediterráneo. La ciudad se encuentra en el extremo sur del Parque Natural del Delta del Ebro. Allí, el mar y la montaña se abrazan para crear un lugar único y un punto estratégico desde donde visitar el Delta y sus cercanías.
Hace más de mil años, los musulmanes ya se dieron cuenta de las ventajas que ofrecía vivir cerca de la desembocadura del Ebro, en una zona de mar plana y de pocas oleadas, resguardada por el puerto natural que iban formando los sedimentos que aportaba el río. Es por eso que construyeron una Ràbita, una pequeña fortaleza medieval desde donde podían controlar el comercio y el tránsito de barcos río arriba. A lo largo de los siglos, en este mismo puerto harían parada todo tipo de flotas, desde naves de la corona catalano-aragonesa hasta barcos de las tropas Napoleónicas. Fue aquí, también, donde el verano del 1610 se embarcaron los moriscos expulsados del valle del Ebro y donde Carles III, en el siglo XVIII, proyectó una ciudad que tenía que albergar uno de los grandes puertos del mediterráneo occidental. El proyecto fracasó, pero hoy en día todavía se puede seguir aquella historia en el trazado urbano de Sant Carles de la Ràpita, una ciudad marinera que acoge uno de los puertos pesqueros más dinámicos de Cataluña y que se ha convertido en una de las poblaciones turísticas con más proyección de les Terres de l'Ebre.
Fuente: Ayuntamiento de Sant Carles de la Ràpita y La Ràpita Turismo