Tortosa es la capital del Baix Ebre. Situada en el centro de la comarca, alcanza un extenso término que limita con los municipios comarcales de El Perelló, l'Ampolla, Camarles, l'Aldea, Roquetes, Alfara de Carles, Aldover y Tivenys, así como con las comarcas del Montsià y el Matarraña.
La evolución histórica de la comarca del Baix Ebre se vincula directamente con Tortosa que, sin duda, ha sido la ciudad que ha vertebrado el territorio. De aquí que muchos elementos de análisis ya hayan sido motivo de referencia en la introducción genérica de la comarca.
A pesar de que las pruebas arqueológicas son insuficientes, es muy verosímil que fuera Tortosa el enclave donde se encontraba la famosa ciudad de Hibera, capital del pueblo íbero de los ilercavones. En el mismo emplazamiento se fundó y prosperó la Dertosa romana, referenciada históricamente, de la cual nos queda un importante legado epigráfico, a menudo disperso en sillares de aprovechamiento por la ciudad, gracias al cual tenemos noticias de la intensa actividad social del que fue municipio romano.
La conquista árabe significó un nuevo empujón cultural, económico y social. El elemento más emblemático de la ciudad es el castillo de la SUDA, fortaleza erigida en el siglo X para defender la frontera con los reinos cristianos. A la importancia de la industria naviera, ejemplificada con la lápida conmemorativa del bastimento de los astilleros, se añadía el devenir de una ciudad activa comercialmente.
La conquista cristiana, por parte del conde Ramón Berenguer IV, significó otro tumbo en la evolución de la ciudad. Entonces fue cuando coexistieron las tres culturas: la cristiana, en situación dominante, un pequeño reducto del árabe, y la de la comunidad judía de arraigada tradición, ubicada en una judería, de la cual se conserva su fisonomía.
Tortosa aconteció, durante los siglos XIV y XV, un enclave mercantil de primer orden. La pujanza económica de la ciudad se refleja en los grandes exponentes arquitectónicos de la época: la catedral, los palacios nobiliarios, el palacio episcopal, el vallado de murallas o el palco. El control del comercio fluvial y marítimo situó Tortosa como una de las ciudades de más peso político, demográfico y económico de Cataluña. Este empujón se mantiene todavía durante el siglo XVI, época de la cual datan los Reales Colegios, sin duda, el conjunto renacentista por excelencia.
Tortosa, debido a su privilegiada situación geográfica, fue siempre un punto estratégico militar y, a partir del siglo XVII, completó su sistema defensivo mediante la construcción de baluartes, fuertes y castillos, de forma que aconteció una verdadera plaza fuerte. Este sistema defensivo ha llegado, en buena parte, a nuestros días.
Con la llegada del siglo XIX, la ciudad se liberó de parte del ahogo de las murallas y se crearon los ensanches. Un momento que coincidió con el estallido del modernismo y otros estilos colaterales. El matadero del arquitecto Pau Monguió refleja muy bien este periodo.
Tortosa se ha dispuesto históricamente de un amplio término, del cual, a lo largo de los siglos, se ha ido disgregando y se han ido formando otros municipios independientes. Hoy, dejando de lado Jesús, Bítem y Campredó, que han acontecido Entidades Municipales Descentralizadas, conserva dos pedanías: Els Reguers y Vinallop. Excepto Jesús, los núcleos de población localizados en el margen derecho del Ebro, son de formación relativamente moderna, originados durante el siglo XVIII y XIX, como es el caso de Vinallop y Els Reguers. Tanto Campredó como Bítem, unos elementos medievales hacen de motivos fundacionales para una población que creció en una época más reciente.
La actual forma de Tortosa proviene de una adaptación de la Turtuxa árabe que, a su vez, lo era de la Dertosa romana. El topónimo Dertosa, pero, es de origen prerromano y se desconoce si significado.
Como curiosidad y según la tradición, el primer obispo de Tortosa lo nombró el mismo apóstol San Pablo, que vino a predicar a la ciudad. Se trataba de su discípulo San Rufo, hijo de Simón Cireneo, el que ayudó a llevar la cruz a Jesucristo. Parece ser que San Rufo murió hacia el año 100 decapitado. La leyenda agrega que el día que se encuentre su cuerpo, Tortosa se derrumbará.
Fuente: Consell Comarcal del Baix Ebre